Vaya con la
química, que manera de
complicarnos la existencia. Con lo
agusto que
estaríamos trabajando, descansando y disfrutando de los
hobbys de cada uno. Vida sin sobresaltos y con una linea de trayectoria recta y plana. Y tranquila.
Relacionarnos en los entornos habituales, pero sin nada mas
allá.
Pero no, un
día vemos unas plumas mas vistosas de lo habitual, o lo bien que caza ese
león con ese pelaje tan tupido y todo se va ha hacer
puñetas....
Una chispa en un terminal nervioso, y ¡zas! las
moléculas empiezan a unirse, se forman hormonas y ya todo se se va a la mierda. Lo blanco pasa a ser negro, y lo que estaba arriba ahora esta abajo.
Los colores y olores que antes nos
traían sin cuidado, ahora empiezan a sugerirnos ideas y recuerdos (
cagüen los
conductistas.
Un beso para mi amigo el negro). Nuestros latidos aumentan su frecuencia en
función de lo cerca o lejos que este la
prójima (o
prójimo) de turno, de si nos llama o no, de si nos dirige la palabra o no... en fin, de si una mariposa bate sus alas en China. Porque convengamos que en realidad viene a ser lo mismo: al
día siguiente va a volver a amanecer, los
políticos van a seguir haciendo sus
enjuagues, y los que vayan a cortarse el pelo, van a ir de todos modos.
Y mientras tanto, el
lechón (o lechona) de turno, feliz como una perdiz... ¡Pero que gilipollas!
Y pasa el tiempo, y tienes
flashes de lucidez y ves que el negro sigue siendo negro y lo de arriba, continua arriba. Pero te dejas llevar. Y hay
días buenos y
días malos. Y pasa el tiempo. Y el mundo continua dando vueltas.
Y que cierto es que el tiempo da perspectiva. Y aclara las mentes. En fin,
serafín....
Y que conste que esta entrada
blogera no es un alegato contra el
amorrrr, es la
constatación de un hecho: Despeño de sustancias
químicas, y empezamos a hacer el gilipollas como canelos/as.
Hala ya. Un pis y a la cama